Fuimos en familia, sin prisa, sin grandes expectativas. Y quizá por eso la experiencia nos atravesó de verdad.
En la Hacienda Santa Rosa, en La Cantera de Río
San Juan —ese punto donde la geografía deja de ser línea y se convierte en
encuentro entre provincias, comunidades y culturas— la Navidad no se presentó
como espectáculo, sino como vivencia.
Una de esas que no se explican con afiches ni con publicaciones apresuradas: se
sienten caminando despacio, respirando hondo, mirando alrededor.
La primera sensación fue
el espacio. Campo abierto. Naturaleza viva. Luces que no compiten con las
estrellas. Familias caminando sin empujarse, niños corriendo sin peligro,
adultos conversando sin ruido. Había orden, sí, pero sobre todo había armonía. Nada parecía improvisado, pero
tampoco rígido. Todo fluía.
El programa del fin de
semana se fue desplegando como se despliegan las cosas bien pensadas: sin ansiedad.
El encendido del gran árbol navideño marcó un inicio simbólico. Luego el
mercadillo, las presentaciones artísticas, el ballet folclórico dominicano, la
música en vivo. Cada momento encontraba su espacio, su tiempo y su público.
De esos que no se imponen, sino que se ganan.
La voz de la soprano dominicana Nathalie Peña-Comas
emergió en medio del campo como si el lugar hubiera estado esperando por ella.
No fue una presentación más. Fue un regalo. Su trayectoria internacional
—escenarios de Europa, premios, reconocimientos— quedó suspendida por un
instante para servir a algo más íntimo: un público diverso, familias completas,
personas que quizá nunca habían escuchado una soprano en vivo… y que esa noche
entendieron por qué la música también puede ser sagrada.
A su lado, el
acompañamiento instrumental —un bandoneón,
grande, profundo, envolvente— ejecutado por el maestro Martínez, desde México, aportó una textura
sonora poco común en estos escenarios. No era ruido. Era conversación. Era
diálogo entre culturas, entre disciplinas, entre países, ocurriendo sin
estridencia, bajo las estrellas.
La gastronomía
acompañaba sin robar protagonismo. Carnes a la brasa, hamburguesas bien hechas,
sándwiches, ponche, chocolate caliente. Comida honesta. De esa que reconforta y
completa la experiencia sin convertirla en feria.
Un detalle no menor: los
propietarios de la hacienda estaban allí.
Presentes. Caminando. Observando. Atentos. Eso se siente. Porque cuando quienes
sueñan un espacio también lo habitan, el visitante lo percibe, aunque no sepa
explicarlo.
Hacienda Santa Rosa no
es un decorado. Es una finca viva,
con vocación agrícola, recorridos a caballo, experiencias farm to table, eventos culturales y una clara intención de
conectar a las personas con el campo, con lo local, con lo auténtico. Lo que se
vivió ese fin de semana no fue un accidente; fue coherencia.
Y aquí es donde uno se
detiene y se hace la pregunta inevitable:
¿Qué es lo que está pasando en la Costa Norte?
Porque esto no es un
hecho aislado. Es parte de algo más grande. Una región que empieza a mirarse
distinto, a ofrecer experiencias con identidad, con raíz, con propósito.
Espacios que no imitan modelos ajenos, sino que construyen el suyo desde lo
dominicano, lo natural y lo humano.
El llamado
Este tipo de
experiencias no sobreviven solas.
No se sostienen únicamente con aplausos ni con fotos bonitas.
Se sostienen cuando la comunidad las reconoce, las protege y las
respalda.
Hacienda Santa Rosa está
demostrando que es posible crear espacios donde la cultura, la familia, la
naturaleza y la identidad dominicana convivan con dignidad y visión. Pero para
que esto crezca —para que se multiplique— hace falta algo más que buena
voluntad: hace falta presencia,
hace falta participación, hace
falta apoyo consciente.
A los lectores de esta
costa norte, a las familias, a los jóvenes, a los emprendedores, a las
instituciones locales: vayan.
Caminen estos espacios. Lleven a sus hijos. Compartan la experiencia. Hablen de
ella. Hagan suyo lo que vale la pena.
Y a quienes buscan algo
distinto, algo auténtico, algo que no se compra en catálogos ni se replica en
cadenas: este es el momento.
Este próximo fin de
semana, con la cabalgata “Under the
Stars”, la invitación vuelve a estar sobre la mesa. No como un evento
más, sino como una oportunidad de ser parte de un movimiento silencioso pero
firme que está redefiniendo lo que significa vivir, celebrar y encontrarse en
la Costa Norte.
Porque cuando una
comunidad decide apoyar lo bueno,
lo bueno deja de ser excepción y comienza
a convertirse en cultura.
Y eso —eso sí— es algo
que vale la pena defender.
Under the Stars – Cabalgata Navideña
📍 Hacienda Santa Rosa – La Cantera
🗓 Sábado 20 de diciembre
🕔 Hora: 5:00 PM
Una experiencia al aire libre que incluye desfile temático, aperitivo navideño y estaciones fotográficas, en un entorno natural bajo las estrellas.
🎟 Costo de inscripción:
• RD$3,600 por persona
• RD$6,000 por pareja
⚠️ Cupos limitados
📞 Reservas e información:
829-259-4901
Historias con alma. Textos que permanecen.



















