Por: Rafael
Enrique Correa
Director de Revista Chocolate
Vivimos en
tiempos en que todos exigimos ciudades modernas, limpias, organizadas, con
aceras transitables, calles libres de basura y espacios públicos dignos. Pero,
¿cuánto de eso depende únicamente del ayuntamiento? ¿Y cuánto depende de
nosotros?
Como pueblo, muchas veces nos acostumbramos a reclamar sin actuar. Exigimos limpieza, pero no barrimos nuestro frente. Señalamos al gobierno municipal, pero dejamos crecer la maleza en nuestros solares. Nos quejamos del desorden, pero tiramos basura por la ventana. La verdad es que una ciudad no se transforma desde arriba, sino desde adentro: desde cada casa, cada negocio, cada solar.
Y aquí viene la
pregunta: ¿será que eliminaron la materia de Moral y Cívica en las escuelas?
Muchos crecimos con esa asignatura que nos enseñaba respeto por las señales de
tránsito, por los espacios públicos, por las flores, por la limpieza y por el
prójimo. Hoy en día, esa formación ha sido descuidada por años.
Afortunadamente, el Ministerio de Educación ha anunciado que la asignatura
de Educación Ciudadana y Moral será reintroducida oficialmente en el año
escolar 2025-2026, con contenidos sobre ética, civismo, medioambiente y
responsabilidad social.
Pero no
necesitamos esperar a que vuelva la clase para hacer lo correcto. ¿Eres dueño de
un local comercial, una casa, un solar vacío? Entonces ese frente, esa cuneta,
esa acera... también son tu responsabilidad. Mantenerlos limpios no es
solo un acto de conciencia: es una obligación legal.
La Ley
120-99 sobre manejo de residuos sólidos, la Ley 675 sobre urbanización y
ornato público, y las ordenanzas municipales establecen con claridad que
los propietarios deben mantener limpios los frentes, contenes y aceras. Si no
lo hacen, el ayuntamiento puede intervenir, limpiar el área y luego cobrarte el
costo. En algunos municipios incluso se aplica una hipoteca judicial si la
deuda no se paga.
La limpieza es
justicia. Es cultura. Es respeto. ¿Cómo podemos predicar que somos
profesionales, que amamos nuestro país, si ni siquiera podemos barrer el frente
de nuestra casa o negocio?
No podemos
aspirar a una ciudad moderna si quienes vivimos en ella no queremos
modernizarnos como ciudadanos. Modernizarse no es solo usar tecnología o
construir edificios bonitos. Es también asumir pequeñas responsabilidades que
producen grandes transformaciones. Porque cuando cada quien cuida lo suyo,
todos vivimos mejor.
¿Y ahora, qué podemos hacer?
Si de verdad queremos una ciudad
moderna, empecemos con acciones simples.
No necesitas ser regidor
ni alcalde para transformar tu entorno. Solo necesitas comenzar. Porque al final, la ciudad moderna que
soñamos empieza con el ciudadano que decidimos ser.
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