jueves, 3 de julio de 2025

NAGUA: EL COMERCIO LOCAL EN JAQUE


 ¿Progreso o Pérdida Silenciosa?

Por Rafael Enrique Correa 
Comunicador 

En los últimos años, algo ha cambiado en las calles de Nagua. A simple vista parece un avance: han llegado varias tiendas tipo M.U.L. (Mayoristas de Ultra Bajo Costo), ofreciendo desde ropa hasta electrodomésticos, plásticos, herramientas, y productos de limpieza a precios que muchos consideran “de regalo”.

Algunos celebran la llegada como sinónimo de modernidad. Pero si nos detenemos a observar, lo que parece progreso podría estar vaciando silenciosamente las arterias económicas que mantienen viva a nuestra comunidad.

El verdadero progreso nace desde adentro
El desarrollo genuino no se mide solo por la cantidad de comercios que se instalan, sino por quién los levanta, cómo operan y a quién benefician. Una empresa formal como La Sirena,  por ejemplo, cuando llega a una ciudad, contrata decenas de empleados locales, paga impuestos, ofrece seguridad social, invierte en infraestructura, respeta leyes laborales y forma parte del tejido social. Hay impacto, sí, pero también compromiso. En cambio, estas nuevas tiendas M.U.L., muchas veces operadas por capital extranjero, funcionan con estructuras informales: no entregan facturas, no aceptan tarjeta, emplean personal sin registrar —en muchos casos inmigrantes en condiciones irregulares— y operan con horarios y costos que están fuera del alcance de cualquier negocio local tradicional.

El precio más caro es el que no se ve
“No puedo competir”, fue la frase que más escuché al conversar con comerciantes locales de larga trayectoria —gente que lleva 20, 25 o incluso 30 años vendiendo ropa, pequeños electrodomésticos, artículos para el hogar o productos de belleza en el corazón de Nagua. Muchos me han expresado su preocupación: estas nuevas tiendas venden por debajo del costo con el que ellos pueden adquirir su mercancía. Y lo hacen sin tener que pagar Seguridad Social, sin declarar impuestos, y muchas veces sin entregar comprobantes fiscales. Algunos negocios tradicionales han visto cómo sus ventas caen hasta en un 40 %. Otros han despedido empleados. Y varios ya han cerrado. Historias como estas no son casos aislados. Son señales claras de una herida que se extiende en silencio. Y lo peor: el dinero que se genera, se va. No circula. No se reinvierte. No ayuda a levantar la comunidad.

¿Y el Estado?
Mientras que un comerciante puede ser multado por emitir tarde una factura, estas tiendas venden cientos de miles de pesos al mes sin emitir comprobantes válidos ni cumplir las normativas fiscales. En abril pasado, en la capital, Aduanas intervino multitiendas por subvaluación en importaciones. Pero en las provincias la sensación es clara: la ley aplica con rigor al pequeño, pero con guantes de seda al poderoso.

Dinero que no deja raíces
El comerciante local vive aquí, compra aquí, da fiado, paga empleados, apoya a la iglesia, patrocina al equipo de béisbol infantil, y forma parte de la vida comunitaria. Su negocio tiene alma. La tienda que viene de fuera, simplemente vende. No tiene compromiso social. No reinvierte. No forma vínculos. Es un embudo que succiona dinero del pueblo para sacarlo fuera. Y si no despertamos a tiempo, nos quedaremos sin comerciantes, sin pequeñas empresas, y sin sueños locales. Solo seremos empleados mal pagados de empresas sin rostro.

Esto no es un ataque, es una advertencia nacida del compromiso
No escribo desde el rencor ni la xenofobia. Tampoco desde el miedo al cambio. Escribo desde la experiencia de quien ha dedicado gran parte de su vida a este pueblo, que aquí formó familia, crió a sus hijos, emprendió con esfuerzo, y ha trabajado codo a codo con su gente. Desde ese lugar de compromiso —más que de origen— levanto esta voz. Estoy claro de que el desarrollo no se detiene. Pero el verdadero progreso no se mide solo en tiendas nuevas o precios bajos. Se mide en cómo crecen los nuestros. En cómo los negocios pequeños se convierten en medianos, y los medianos en grandes. En cómo el dinero circula, educa, genera empleo digno, y levanta comunidades. Ese es el progreso que Nagua merece. No uno que borre lo que somos para comenzar de nuevo con otros.

¿Qué podemos hacer?

Consumir local con intención. 
No por lástima, sino por conciencia. Cada compra es un voto por el modelo de ciudad que queremos construir.
Exigir condiciones justas. 
Que todas las empresas —grandes o pequeñas, nacionales o extranjeras— cumplan las mismas leyes laborales, fiscales y comerciales.
Fortalecer nuestra representación comercial. 
En Nagua contamos con la Cámara de Comercio y Producción de la provincia María Trinidad Sánchez, presidida actualmente por la doctora Ruth Esther Acevedo, que ha iniciado un trabajo activo de gestión.
Los comerciantes deben inscribirse, apoyar y participar en esta entidad. Solo así tendremos una voz organizada y legítima que defienda nuestros intereses ante el Estado y ante los grandes capitales.
Apoyar políticas públicas que impulsen al emprendedor local. 
Desde el acceso a financiamiento y formación hasta programas de formalización y acompañamiento empresarial.

Si no despertamos ahora, mañana será tarde
El precio más bajo no siempre es el mejor. Porque cuando ese precio se logra pisoteando derechos, evadiendo responsabilidades y debilitando a los nuestros, lo barato nos termina costando demasiado caro. Si dejamos que todo se decida por lo que cuesta en caja, perderemos más que ventas: perderemos nuestras raíces, nuestras historias de esfuerzo, nuestras empresas familiares, nuestra comunidad.

Pero aún estamos a tiempo.
Este es un llamado a todos los comerciantes, emprendedores, productores y trabajadores locales: no estás solo. Nagua tiene fuerza. Tiene talento. Tiene identidad. Organízate. Afíliate a tu cámara de comercio. Mejora tu propuesta. Conéctate con otros. Levanta la cabeza. Porque el futuro no lo define quien vende más barato, sino quien construye con más compromiso.

La esperanza no está en que otros nos rescaten, sino en que nosotros despertemos, nos unamos y defendamos lo que es nuestro. Y si lo hacemos juntos, no solo vamos a resistir… vamos a renacer.

📞 Comunícate hoy con la Cámara de Comercio y Producción de María Trinidad Sánchez en Nagua Si eres comerciante, emprendedor o simplemente alguien que desea aportar al desarrollo de nuestra provincia, te invito a contactar directamente a la Cámara. Ellos están para orientarte, apoyarte y servirte.

Llama al (809) 584-1243 o escribe al correo camaranagua@hotmail.com.
Están ubicados en la Calle 27 de Febrero #92, en el corazón de Nagua.

Desde aquí seguimos construyendo juntos una economía más fuerte, desde lo local.


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Rafael Enrique Correa
Comunicador con 21 años de experiencia
Director de La Revista Chocolate
Especialista en temas sociales, económicos, culturales y turísticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ).




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