lunes, 29 de septiembre de 2025

Franquicias en Nagua: crecimiento visible, riesgo silencioso



Por Rafael Enrique Correa
Comunicador y Director de La Revista Chocolate 

En el último año, la ciudad de Nagua, en la provincia María Trinidad Sánchez, ha sido testigo de un notable auge comercial con la llegada de importantes franquicias nacionales como La Sirena, MercaJumbo, Farmacia Hidalgo, GBC, Rico Hot Dog y Barra Payán, además de otras que ya están en camino, como Domino’s Pizza.

A simple vista, este fenómeno representa progreso: más empleos, más movimiento y una imagen urbana más moderna.

Sin embargo, detrás de esa apariencia de desarrollo hay una realidad más compleja. No todas las franquicias operan bajo el mismo modelo ni generan el mismo impacto. Algunas —como Rico Hot Dog, Barra Payán o Helados Bon, presentes en Nagua desde hace más dos décadas— han sido adquiridas y son administradas por empresarios nagüeros, lo que significa que las utilidades permanecen en la ciudad y se reinvierten en la economía local. Son ejemplos de emprendimientos que, aunque usan una marca nacional, tienen rostro y corazón local.

En cambio, otras franquicias de gran escala, como La Sirena, MercaJumbo o GBC, llegan bajo estructuras corporativas centralizadas desde Santo Domingo, donde se concentra el capital, la toma de decisiones y la mayor parte de las ganancias. En estos casos, el beneficio local se limita principalmente al empleo básico y al dinamismo comercial inmediato, mientras las utilidades viajan fuera de Nagua, reduciendo el flujo económico interno.

A eso se suma la presencia cada vez más visible de grandes comercios asiáticos o “malls chinos”, cuyo crecimiento acelerado también merece análisis, ya que operan con estructuras financieras externas que poco aportan a la producción local.

En este contexto, la pregunta clave no es si las franquicias son buenas o malas, sino a quién realmente benefician y qué modelo de desarrollo queremos para Nagua.
¿Un crecimiento que fortalezca lo nuestro o uno que nos haga depender del capital externo?

Un contexto que merece reflexión

El crecimiento acelerado de estas cadenas no ocurre en el vacío: se inserta en una ciudad que, durante años, ha intentado encontrar su propio modelo de desarrollo, equilibrando modernidad y raíces locales.
Por eso, antes de juzgar si la llegada de las franquicias es positiva o negativa, conviene mirar hacia atrás y recordar que Nagua ya ha hecho esfuerzos conscientes por fortalecer su identidad económica y cultural.
Esa historia previa ayuda a entender por qué hoy el debate sobre el futuro del comercio local no es solo económico, sino también emocional y simbólico: ¿Qué lugar ocupará lo nuestro en medio de lo nuevo?

 Un hecho verificable: Nagua ya intentó fortalecer su identidad

En años recientes, la Alcaldía Municipal de Nagua impulsó la campaña “NAGUA Marca Ciudad”, una iniciativa orientada a posicionar la identidad local y promover el orgullo nagüero a través de la cultura, el emprendimiento y la creatividad.
El objetivo era claro: proyectar una ciudad con marca propia, con un valor cultural y comercial diferenciado.

Por su parte, la Cámara de Comercio y Producción de María Trinidad Sánchez ha jugado un rol esencial en la formación y acompañamiento del sector productivo. Estos antecedentes confirman que Nagua ya tiene conciencia de la necesidad de proteger su identidad económica.
El reto ahora es convertir esas buenas intenciones en estrategias sostenibles frente al avance acelerado de las grandes cadenas.

 

El problema: competencia desigual y pérdida de autonomía local

Las franquicias operan con modelos corporativos altamente estandarizados, respaldados por grandes capitales, publicidad nacional y economías de escala. Esto les permite ofrecer precios más bajos y una visibilidad masiva. Mientras tanto, los empresarios nagüeros —pequeños y medianos comerciantes— enfrentan una competencia desigual: alquileres elevados, acceso limitado a financiamiento, poca capacitación digital y escasa presencia en redes o plataformas de delivery.

El resultado es un desequilibrio económico que amenaza con desplazar negocios familiares, reducir la diversidad de la oferta y concentrar la riqueza en pocas manos. Además, gran parte de las utilidades generadas por las franquicias se transfieren fuera del municipio, lo que limita la reinversión local y debilita el flujo económico interno.

 Consecuencias visibles en la comunidad

  • Cierre de negocios familiares y pérdida de empleos locales.
  • Aumento de alquileres en las principales avenidas.
  • Desplazamiento del comercio tradicional hacia zonas menos transitadas.
  • Dependencia económica externa, que reduce la autonomía productiva del municipio.

En el centro de Nagua, basta caminar por las calles para ver locales vacíos que antes albergaban comercios tradicionales. Detrás de cada vitrina cerrada hay una familia que apostó por su pueblo, una historia que forma parte de nuestra identidad económica.

Estos efectos ya se han documentado en ciudades como San Francisco de Macorís y Santiago, donde la expansión de franquicias sin políticas de equilibrio provocó el cierre masivo de pequeños comercios.
En contraste, municipios de Brasil y México enfrentaron fenómenos similares creando programas de apoyo a pymes y certificaciones de producto local, con resultados positivos y sostenibles.

 Propuestas concretas de solución

  1. Reactivar y fortalecer la estrategia “NAGUA Marca Ciudad”
    Convertirla en un plan permanente que promueva el consumo local, realice ferias temáticas y crear la certificación “Producto Nagüero”, para destacar los negocios auténticamente locales.
  2. Apoyar a la Cámara de Comercio como eje de capacitación
    Utilizar el local cedido para ofrecer programas de formación en marketing digital, gestión financiera y modernización empresarial, en alianza con INFOTEP y universidades locales.
  3. Política municipal de incentivos y regulación
    Establecer beneficios temporales en tasas municipales para comercios locales que se modernicen, y regular la concentración de franquicias en zonas específicas para preservar la diversidad comercial.
  4. Fomento de alianzas entre comerciantes locales
    Crear cooperativas de compras, redes de distribución compartida y campañas conjuntas que mejoren la competitividad frente a grandes cadenas.
  5. Monitoreo ciudadano y transparencia económica
    Establecer un Observatorio Económico Local, coordinado por la Cámara de Comercio y universidades, que publique datos sobre aperturas, cierres, precios de alquiler y empleo. Esto permitirá que las decisiones públicas y privadas se basen en información real y verificable.
  6. Educación y consumo responsable
    Incluir en los centros educativos programas que fomenten el orgullo por el producto local y el valor del comercio de cercanía.

 

Ejemplos de referencia internacional

En Bogotá (Colombia), el programa Bogotá Productiva Local capacitó y financió a pequeños negocios afectados por la competencia de grandes superficies, logrando su recuperación y reinvención.
En Curitiba (Brasil), la iniciativa Marca Local vinculó a productores artesanales con el turismo gastronómico, fortaleciendo la identidad y el consumo interno.
Ambos casos demuestran que el equilibrio entre franquicias y comercio local es posible cuando existe liderazgo, información y políticas coherentes.

 

Llamado ciudadano

Nagua tiene todas las condiciones para lograr un modelo de desarrollo inclusivo, donde el progreso no signifique desigualdad. Contamos con una identidad sólida, liderazgo empresarial y una población trabajadora que ama su ciudad.

La llegada de franquicias no debe verse como una amenaza, sino como un estímulo para elevar el nivel competitivo del comercio nagüero, innovar y diversificar. El verdadero progreso no se mide por cuántas cadenas abren, sino por cuántas familias locales logran crecer junto a ellas.

Hoy más que nunca, autoridades, empresarios, instituciones y ciudadanos debemos actuar juntos.
Nagua puede modernizarse sin perder su esencia.
Porque el alma nagüera no se vende: se fortalece.

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Comunicador con 21 años de experiencia. Director de La Revista Chocolate. Especialista en temas sociales, económicos, culturales y políticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ). Reconocido como una de las voces más activas en la promoción del turismo y el desarrollo comunitario de María Trinidad Sánchez y la Costa Norte, donde combina una comunicación rigurosa y comprometida con una narrativa cultural que conecta comunidad, diáspora e identidad dominicana.
 


2 comentarios:

  1. Las nuevas franquicias también han traído un nuevo plástico, un nuevo desecho sólido a la ciudad, que amerita un manejo sostenible, incluyendo la Responsabilidad Social Corporativa de dichas franquicias, que no sólo deben mirar beneficios económicos para sus bolsillos, sino también, impacto socio-ambiental, para la ciudad que les ha recibido con beneplácito.

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  2. Muy bonito el articulo,pero la realidad es que estamos en una economía de libre mercado,hay que prepararse para competir,en estos tiempos, nadie apoya porque sea un negocio local,la gente busca calidad,tanto en los productos,como en los servicios
    Comercio local :productos de mala calidad,falta parqueo,incluso ofertas que vienen de los propios fabricantes,los comerciantes de Nagua se la quitan.

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