La gestión de Justo García Hernández enfrenta su prueba más grande: pasar de recoger basura a gestionar un sistema que funcione.
Comunicador y Director de La Revista Chocolate
www.larevistachocolate.com
Hoy Villa Progreso
amaneció limpio. La basura fue retirada y la comunidad pudo, por fin, respirar
sin ese peso visual y emocional que provoca el abandono. Eso se reconoce. Pero
también hay que decir lo que es evidente: la
limpieza de hoy no garantiza la limpieza de mañana.
Porque el problema en
Matancitas no es el operativo; es el
modelo.
Y ese modelo, dirigido por el director
distrital Justo García Hernández, simplemente no está funcionando.
Un distrito demasiado grande
para tan pocos recursos
San José de Matanzas
comienza en el Puente de Nagua y termina en La Lometa, abarcando una extensión
territorial que, en distancia lineal, supera incluso al casco urbano de Nagua.
Mantener
limpio un territorio así no puede depender de:
·
un solo camión
compactador,
·
un camión abierto,
·
menos de diez hombres,
· y trabajadores que ganan apenas RD$8,000
pesos al mes.
No hay forma humana de
que ese equipo pueda cumplir con la responsabilidad que la Ley les asigna.
Matancitas no está sucia
por desinterés de ese personal; está
sucia porque el modelo está mal diseñado.
La ley es clara… y se está
violando
Tres leyes fundamentales
están siendo ignoradas en este distrito:
· Ley 225-20: prohíbe la quema de basura en cualquier circunstancia.
· Ley 64-00: obliga a prevenir contaminación del aire, del suelo y del agua.
· Ley 176-07: establece que la limpieza y el manejo de desechos es responsabilidad
directa del gobierno local.
· Norma NA-12: prohíbe la quema a cielo abierto de residuos sólidos.
Cuando en Villa Progreso
se respira humo tóxico, cuando no hay rutas establecidas, cuando la basura se
acumula por semanas, la ley se está
violando, aunque nadie la esté quemando con sus propias manos. Porque
permitirlo es igual de grave.
Modelos que sí funcionan… en
pueblos más pequeños y más pobres
Lo que pasa en
Matancitas no es inevitable. Otros pueblos del Caribe y Latinoamérica, con
menos recursos, han logrado transformaciones reales:
1. Microestaciones de acopio – El Salvador y Costa Rica
Pequeñas casetas donde
la población deposita fundas cerradas.
El camión solo pasa por esos puntos.
Se reduce el recorrido y se ordena el desecho.
2. “La funda oficial” – Colombia y Panamá
La municipalidad entrega
fundas resistentes.
Todo lo que no está en funda no se recoge.
En pocas semanas cambia la cultura.
3. Contenedores aliados – Ecuador
Colmados, panaderías y
negocios colocan contenedores.
El camión pasa únicamente por esos lugares.
La comunidad actúa, el municipio optimiza.
4. Día Verde Comunitario – Costa Rica
Una vez al mes, la misma
comunidad lleva sus residuos a un punto central.
Se crea cultura y se reduce la basura en las calles.
Ninguno de estos modelos
es caro.
Lo que requieren no es dinero: es
voluntad y planificación.
La responsabilidad también es
del ciudadano
Aquí hay una verdad que
no podemos ignorar:
ningún modelo funciona si la comunidad
tira basura en cualquier parte.
No podemos pedir
limpieza si sacamos desechos a cualquier hora, si dejamos fundas abiertas en
las esquinas, si quemamos plástico en los patios.
La comunidad debe aportar:
·
Usar funda cerrada.
· No tirar basura en solares.
·
Respetar horarios.
·
Denunciar quemas ilegales.
La limpieza es un
trabajo compartido.
Valorar a quienes hacen lo
imposible con tan poco
Los hombres que se
montan en esos camiones no son culpables de nada.
Son víctimas de un sistema sin recursos.
Son ellos los que se
levantan a las 5:00 a.m., los que cargan fundas bajo el sol, los que recogen lo
que otros tiran.
Darles una botella de agua, un reconocimiento, un apoyo… eso también es ciudadanía.
No podemos pedir
excelencia si la dignidad del trabajador no está garantizada.
Llamado al sector privado
Matancitas tiene
colmados, comercios, ganaderos, arroceros, pequeños empresarios.
Es hora de que se acerquen al ayuntamiento y pregunten:
“¿Qué podemos aportar?”
“¿Dónde podemos colocar un contenedor?”
“¿Cómo podemos ayudar a organizar nuestro propio entorno?”
Ningún pueblo progresa
sin el apoyo de su propio tejido económico.
Y un llamado directo al alcalde
Justo García Hernández
Usted llegó al cargo
respaldado por la gente.
Esa popularidad no es un adorno: es una responsabilidad.
Si los fondos no
alcanzan, gestione apoyo.
Si el modelo no funciona, cámbielo.
Si la estructura es insuficiente, amplíela.
Si la comunidad necesita educación, organícela.
Dirigir no es
justificar: es resolver.
Matancitas no puede
seguir atrapada entre la basura, el humo y la resignación. No nació para eso.
Fue diseñada para ser un modelo, no un símbolo de abandono.
Limpiaron hoy.
Bien.
Ahora toca lo difícil:
que mañana siga limpio.
Porque cuando un pueblo
despierta,
ni la basura ni la indiferencia pueden volver a dormirlo.


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