Estoy trabajando una tarea de la universidad sobre Las energías y sus implicaciones positivas y negativas para el desarrollo sostenible, que la puso mi amigo y facilitador Amable Solís, M.A.. Justo mientras repasaba el tema, ¡zas!, se va la luz aquí en Nagua. Y me dio para pensar: ¿Cómo es posible que en pleno 2025 todavía estemos a un “arbolito” de servicio eléctrico?
Ahí me vino a la mente un recuerdo: esa inversión que se
anunció en medio de la pandemia, el Parque Solar María Trinidad Solar
en Payita. Yo sabía que existía, pero no tenía claro en qué iba ni qué tanto
beneficio traía para nuestra provincia. Me puse a investigar y la verdad es que
encontré cosas muy interesantes.
¿Quién está detrás?
El proyecto lo impulsa una empresa llamada MATRISOL, S.A.S., cuyo presidente es Salvatore Longo Bellusci. En 2021 la Comisión Nacional de Energía (CNE) le otorgó la concesión definitiva mediante la resolución CNE-CD-0009-2021, y luego en febrero de 2022 firmaron el contrato por un período de hasta 30 años. No es un invento improvisado: detrás también aparece el Grupo Akuo, un desarrollador internacional de proyectos renovables.
¿Qué van a hacer ahí?
Se trata de un parque solar fotovoltaico
con más de 113,000
paneles solares. Tendrá capacidad de 55.1 MW pico
y 50
MW nominales. Para que tengas una idea, la producción estimada
es de 94,000
MWh al año, lo suficiente para alimentar decenas de miles de
hogares.
Y no es solo por tener paneles puestos: hay toda una
tecnología de control detrás (Power Plant Controller,
estudios de irradiación solar, conexiones a la red) para que no afecte la
estabilidad eléctrica.
¿Cuánto costó y quién paga la fiesta?
La inversión es de unos US$55 millones,
financiados con apoyo del Banco Popular. El modelo
es privado: la empresa pone el dinero, y el Estado da el marco legal, los
incentivos y la supervisión. Incluso ya se anunció un cliente ancla:
la Cervecería
Nacional Dominicana, que compraría parte de esa energía limpia
bajo contrato.
¿Y qué gana la provincia con todo esto?
Aquí es donde la cosa se pone interesante:
· Cada año se ahorran más de 56,000 barriles de
petróleo que antes había que importar.
· Se evita la emisión de unas 60,000 toneladas de
CO₂, que es un alivio para
el clima.
· Genera empleos locales en
construcción, operación y mantenimiento.
· Y lo más importante: pone a María Trinidad
Sánchez en el mapa nacional como una provincia que no solo
consume energía, sino que también la produce de manera limpia.
Y hay algo que me llama la atención: ¿por qué el sector
privado decidió hacer esta inversión aquí y no en la capital? La respuesta está
en el potencial de nuestra tierra. Payita y Cabrera tienen amplias
extensiones de terreno disponibles, buena radiación solar y menos presión
urbana que la ciudad. En otras palabras, tenemos condiciones
naturales y espacio que nos convierten en un lugar ideal para un proyecto de
esta magnitud. Ese “privilegio geográfico” es lo que le dio a nuestra provincia
la oportunidad de ser pionera en este tipo de energía limpia.
Ahora, no todo es color de rosa. En Europa ya hay debates
porque muchos parques solares han ocupado terrenos agrícolas y eso ha generado
conflictos: se produce energía, pero se limita la agricultura. Como respuesta,
han surgido proyectos que mezclan ambos usos: paneles solares instalados a
cierta altura y cultivos creciendo debajo, lo que llaman agrovoltaica.
Esa experiencia debería servirnos de alerta aquí, para que aprovechemos el sol
sin sacrificar la producción de alimentos que también es vital para nuestro
desarrollo sostenible.
Por eso, este tipo de inversión debe venir acompañado de ojos
vigilantes de quienes nos cuidan como comunidad. Queremos la
inversión y el desarrollo, sí, pero también queremos cuidado y protección
para nuestra gente, nuestra agricultura y nuestro futuro.
Entonces… ¿es real el beneficio ahora mismo?
Te soy sincero: hoy, el aporte todavía no lo sentimos de manera directa como usuarios de Nagua, porque el parque no está pensado para resolver un apagón en tu casa, sino para sumarse al Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI) y cubrir contratos privados. Pero ya está en marcha, figura como operativo y eso trae una ventaja indirecta: menos dependencia del petróleo, más inversión y más estabilidad para el país entero.
Lo que más me llamó la atención es cómo este proyecto
conecta directamente con lo que estamos estudiando en clase: las
energías renovables son una salida a la paradoja de desarrollarnos sin destruir
el futuro. Y mira qué ironía: mientras yo peleo aquí con la luz
que se va, en Payita están montando un parque solar de clase mundial.
Para mí, la lección es clara: necesitamos más iniciativas
como esta. Que se replique en otras comunidades de la provincia y del país.
Pero que se haga con visión, responsabilidad y vigilancia ciudadana. Porque al
final, no se trata solo de tener electricidad, sino de que sea limpia,
sostenible, protegida y segura para el futuro de todos.


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