martes, 26 de agosto de 2025

Orden y libertad: El verdadero desafío de nuestra educación Dominicana


Por
Rafael Enrique Correa
Comunicador y Director de La Revista Chocolate

Queridos padres y amigos, hoy quiero hablarles de algo que me preocupa profundamente: la educación de nuestros hijos y cómo estamos entendiendo el orden y la libertad dentro de las escuelas. En nuestro país existen normas claras que establecen que ningún estudiante puede ser expulsado ni impedido de recibir clases por su corte de cabello, por llevar uñas pintadas o por no tener el uniforme completo. La educación es un derecho, y la ley lo protege. Sin embargo, esas mismas normas también reconocen que los colegios pueden establecer su propio reglamento interno, siempre dentro de la legalidad, para mantener disciplina, puntualidad y respeto. Es decir, la ley busca un equilibrio: asegurar el derecho a aprender, pero sin renunciar al orden necesario.

Y es que el orden, nos guste o no, educa. No es casualidad que países como Japón, Corea del Sur o Alemania hayan hecho del respeto a las normas escolares un pilar de su desarrollo ciudadano. Incluso en El Salvador, bajo el liderazgo de Bukele, se ha visto cómo el Ministerio de Educación ha puesto el orden en primer plano como parte de su política nacional. El resultado es claro: sin disciplina no hay progreso. Pero tampoco se trata de uniformar a la juventud hasta arrebatarle su identidad, sino de enseñarles a gobernarse a sí mismos.

La psicología nos recuerda que la adolescencia es una etapa crucial donde se forma la identidad. Erik Erikson describía este momento como la lucha entre identidad y confusión de roles. Si un joven tiene espacio para experimentar de manera sana —su peinado, su estilo, sus gustos— construye una identidad sólida. Pero si todo se le impone desde afuera, crece reprimido o se rebela con más fuerza. Aquí es donde los padres y los colegios debemos encontrar el punto medio: disciplina que forme carácter, pero también libertad que permita descubrirse.

El estoicismo nos ilumina en este sentido. Marco Aurelio decía que la verdadera libertad consiste en ser dueños de uno mismo. Eso significa que no basta con imponer normas; tenemos que educar a nuestros hijos a gobernarse, a ser libres dentro del orden. Porque si logramos que se autodisciplinen, tendremos ciudadanos responsables, firmes y con carácter, que respetan las reglas no por miedo, sino por convicción.

A la vez, nuestra fe cristiana nos recuerda la raíz de todo esto: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Ese mandato no se limita a lo académico; es un llamado a formar en valores, en moral, en respeto y en fe. La escuela tiene un papel, pero la familia es la primera responsable de enseñar disciplina, templanza y la capacidad de elegir lo correcto.

Pienso en mi propia generación. Una “pelada caliente” era un símbolo de rebeldía; hoy parece que muchos muchachos nacen en rebeldía, como si hubieran perdido el respeto a la autoridad. Tenemos jóvenes con más acceso al conocimiento que nunca antes, pero con menos apego a la moral, al civismo y al respeto. Y eso me hace preguntar: ¿de verdad estamos formando una juventud que nos supere, o solo jóvenes más capacitados técnicamente, pero menos preparados en valores?

Por eso creo que la República Dominicana necesita un nuevo pacto educativo. Un pacto donde se respete el derecho de cada estudiante a recibir educación, donde se les permita construir identidad, pero al mismo tiempo se rescate el valor del orden, de la disciplina y de la fe. Porque el orden sin libertad produce esclavos, y la libertad sin orden produce caos. La verdadera educación debe formar ciudadanos libres, responsables, con carácter estoico y fe cristiana. Solo así tendremos una juventud que no solo sepa más que nosotros, sino que sea mejor que nosotros.

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Comunicador con 21 años de experiencia
Director de La Revista Chocolate 
Especialista en temas sociales, económicos, culturales y turísticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ).

 

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