miércoles, 17 de diciembre de 2025

París–Samaná: cuando la conectividad obliga a pensar con responsabilidad




Por Rafael Enrique Correa
Comunicador y Director de la Revista Chocolate
www.larevistachocolate.com

La inauguración del vuelo París–Samaná, operado por Air Caraïbes desde el Aeropuerto Internacional Presidente Juan Bosch (El Catey), no es un hecho menor ni una simple novedad aérea. Es, en esencia, un punto de quiebre. Un momento que marca antes y después para la región nordeste del país.

No se trata solo de una nueva conexión internacional ni de números atractivos para un titular. Se trata de una decisión estratégica que, bien entendida y mejor gestionada, puede redefinir el modelo de desarrollo turístico de Samaná y, muy especialmente, de Las Terrenas.

Porque este vuelo —con hasta dos frecuencias semanales durante la temporada alta del invierno europeo y retorno vía Santo Domingo— conecta directamente con uno de los mercados más estables, exigentes y constantes del turismo internacional: el francés. Un visitante que no solo llega, sino que regresa; que no solo consume, sino que se vincula; que no solo vacaciona, sino que, muchas veces, decide quedarse.

Las Terrenas no es un destino decorativo. Es un activo estratégico.

Hablar de Samaná sin mencionar a Las Terrenas es desconocer la realidad viva del territorio. Las Terrenas no es un apéndice turístico ni un paisaje bonito para fotos: es un ecosistema económico y social con características muy particulares.

Aquí existe una comunidad europea significativa, con fuerte presencia francesa, y un modelo turístico distinto al tradicional “todo incluido”. Predominan la estadía prolongada, el consumo en negocios locales, la gastronomía independiente, el alquiler residencial, la segunda vivienda y el turismo de experiencias. Aquí el visitante no se encierra: camina, conversa, compra, repite.

Por eso, este vuelo no debe medirse únicamente por cuántos pasajeros aterrizan en El Catey, sino por qué tipo de visitante puede atraer. Viajeros con mayor permanencia, mayor gasto distribuido y mayor interacción con la economía local. Bien gestionado, este flujo puede fortalecer restaurantes, guías, transportistas, productores, artesanos, servicios profesionales y un mercado inmobiliario que apueste por el orden y la sostenibilidad.

Proyección no es realidad: el verdadero reto está en convertir cifras en impacto

Se habla de más de 20,000 turistas al año y de miles de empleos directos e indirectos. Pero conviene decirlo con claridad: esas cifras son proyecciones. No son resultados automáticos ni garantías escritas en piedra.

El impacto real dependerá de algo mucho más profundo: la capacidad de la región para retener valor.

Un vuelo puede traer personas. Solo una comunidad organizada puede convertir esas personas en desarrollo. Si el visitante aterriza, se traslada, consume lo mínimo y se va sin integrarse, el beneficio será limitado. Pero si encuentra orden, seguridad, servicios de calidad, identidad cultural viva y una oferta bien articulada, entonces sí, el efecto multiplicador ocurre.

El rol de las autoridades: planificación, no solo promoción

Aquí las autoridades tienen una responsabilidad que va más allá del corte de cinta y la foto institucional.

Garantizar infraestructura funcional —vías, señalización, servicios públicos— no es opcional. Ordenar el territorio para evitar el crecimiento improvisado que termina degradando los destinos es una urgencia. Facilitar la formalización de los pequeños negocios para que puedan beneficiarse del nuevo flujo es una necesidad. Proteger el medio ambiente, que es el principal activo de Samaná, es una obligación.

La conectividad aérea sin planificación territorial puede convertirse en un problema. Con planificación, puede ser una verdadera palanca de prosperidad.

El rol del pueblo: profesionalizar sin perder la esencia

Pero no todo recae en el Estado. La comunidad también tiene un papel decisivo.

Este nuevo escenario exige mejorar el servicio sin perder autenticidad; entender que el visitante europeo valora el trato humano, la honestidad y la experiencia local; apostar por la formación, el idioma, la calidad y el cumplimiento. Y, sobre todo, defender lo propio: la cultura, la gastronomía, el entorno natural.

El turismo que más deja no es el que llega en masa, sino el que se siente parte del lugar.

Una oportunidad que no se repite todos los días

El vuelo París–Samaná no es un trofeo político ni una postal para redes sociales. Es una oportunidad concreta para decidir hacia dónde queremos llevar el desarrollo turístico del nordeste.

Samaná y Las Terrenas tienen la ventaja de no empezar desde cero. Pero también cargan con el riesgo de confiarse, de improvisar, de repetir errores que otros destinos ya pagaron caro.

El verdadero éxito de esta ruta no se medirá en aplausos ni en inauguraciones, sino en empleos dignos, negocios locales fortalecidos, comunidades ordenadas y un destino que crece sin perder su alma.

El avión ya aterrizó.
Ahora toca decidir qué tipo de destino queremos ser…
cuando vuelva a despegar.

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Comunicador con 22 años de experiencia y director de La Revista Chocolate.
Miembro del SNTP, ADOMPRETUR e IFJ.
Escritor de Semblanzas & Biógrafo Personal.
Ghostwriter especializado en historias humanas.

Si deseas una semblanza para boda, aniversario o despedida; una biografía familiar o empresarial; o un reportaje sobre tu negocio o proyecto, puedes escribirme al 809-584-1220 (solo mensajes).

Historias con alma. Textos que permanecen.

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