Hermano, hermana: ya pasamos de los 40. Y te lo digo claro: la vida no se trata de estética ni de posar bonito para las redes. Se trata de vivir con pasión, de reír, de amar, de sentir energía en el cuerpo y fuerza en el alma. Se trata de despertar cada día con propósito.
La realidad está ahí: muchos caminan cansados, apagados, sin ánimo. No disfrutan un día en la playa, no tienen chispa en la intimidad, no juegan con sus hijos ni persiguen sus sueños. ¿La raíz de todo eso? La basura que meten en su cuerpo.
No es misterio: si comes basura, tu vida se convierte en basura. Pero si alimentas tu cuerpo con comida real, tu cuerpo te devuelve vida. Antes, en nuestras casas dominicanas, la mesa era distinta: huevos, carnes, víveres, arroz, frutas del patio. Sin químicos. Sin inventos. Esa era la fuente de energía, deseo y vitalidad. Y la clave sigue siendo la misma: volver a lo simple, a lo ancestral.
Ya no somos muchachos. No podemos seguir culpando a otros ni refugiándonos en excusas. La vida no te debe nada: eres tú quien debe tomar el control. Y al que venga a robarte paz, mándalo lejos. Porque ya no estamos en edad de perder tiempo.
La decisión es tuya:
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Sigue apagado.
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O despierta y cambia.
El camino es sencillo: come limpio. Entrena. Vive con propósito.
Después de los 40, lo importante no es la estética. Es tener fuerza para trabajar, energía para disfrutar, chispa para amar y alegría para vivir.
Hermano, hermana: despierta. La vida es ahora.
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