lunes, 24 de noviembre de 2025

DOS PUERTOS, UN MISMO DESTINO: SAMANA


Por: Rafael Enrique Correa 
Comunicador y Director de La Revista Chocolate
www.larevistachocolate.com 

Samaná, Tierra de Puertos: La Historia Real del Desarrollo que Ya Comenzó

Samaná está viviendo un momento histórico, y muy poca gente lo está entendiendo con claridad. En menos de una semana —y casi sin que la prensa lo explicara bien— se anunciaron dos proyectos portuarios distintos, con ubicaciones, alcances, tiempos y propósitos totalmente diferentes… pero que juntos pueden cambiar para siempre el destino del Nordeste dominicano. Y cuando digo cambiar, no hablo solo del turismo: Hablo del empleo local, de la microempresa, del comercio, del transporte, del valor de las propiedades y del futuro de nuestras comunidades costeras. Por eso, más que una noticia, lo que voy a compartir contigo es una conversación honesta, sentada en la mesa de nuestra comunidad, donde te explico sin misterios, sin tecnicismos, y con todos los detalles, lo que realmente significa que Samaná tenga dos puertos de cruceros en desarrollo al mismo tiempo.

El primero es Samaná Bayport, ubicado frente al pueblo de Santa Bárbara, en la misma bahía. Este es el que veremos funcionar primero. Es un proyecto inmediato, diseñado para recibir cruceros desde la temporada 2025–2026. Cuando hablamos de este puerto, hablamos de un espacio que transforma la experiencia del visitante desde el primer minuto: Un muelle moderno para tenders, zona comercial, restaurantes, áreas verdes, facilidades turísticas, transporte organizado, servicios de primeros auxilios y un flujo continuo de pasajeros que pueden llegar a diez mil personas en un solo día cuando esté operando a plena capacidad. Este puerto es la respuesta a lo que por años la comunidad pidió: Estructura, orden, belleza y funcionalidad para recibir al turista que desembarca en nuestra bahía. La inversión inicial ronda los doce millones de dólares y su operación ya tiene fecha: Octubre de 2025. Para que lo entiendas simple: Este es el puerto que va a trabajar ahora, que va a mover cruceros ya, que va a activar la economía del pueblo y que va a generar los primeros empleos inmediatos en Samaná.

El segundo proyecto, en cambio, es otro universo. El Puerto Duarte en Arroyo Barril es un puerto completamente diferente, ubicado hacia el área del antiguo aeropuertico de Arroyo Barril, y desarrollado bajo un modelo de Alianza Público-Privada (APP). Este puerto no es para mañana: Es para el mediano y largo plazo. Su transformación fue adjudicada a inversionistas privados con supervisión del Estado, y su primer crucero está proyectado para noviembre de 2026. Aquí estamos hablando de un proyecto de mayor envergadura, con un impacto territorial más amplio, capaz de generar más de mil quinientos empleos directos y más de tres mil quinientos empleos indirectos. Su visión no es solo recibir cruceros: Es convertirse en un polo de desarrollo que pueda sostener todo un corredor turístico desde Samaná hasta la provincia María Trinidad Sánchez.

Y aquí es donde quiero que pongas atención: No es el mismo puerto en dos etapas. No. Son dos proyectos completamente distintos, con dos filosofías diferentes y dos ritmos diferentes, pero en la misma provincia. Samaná Bayport es bahía, pueblo, acceso inmediato, en uso ya. Puerto Duarte es expansión, futuro, impacto regional, grandes inversiones y una mirada hacia 2030 y más allá. Que ambos hayan sido anunciados en una misma semana no significa que uno sustituye al otro. Significa que Samaná está entrando en un momento histórico donde se está construyendo una infraestructura portuaria que ninguna otra provincia tiene: Dos puertas diferentes que se abren al mismo mar.

Ahora hablemos de lo que esto significa para ti, para mí, para la gente de nuestras comunidades. Primero, el empleo. La llegada de uno o varios cruceros en un día mueve transporte, guías, excursiones, lanchas, taxis, restaurantes, artesanos, vendedores, fotógrafos, pescadores, motoristas, minibuses, cafeterías y todo lo que un visitante consuma en cuatro o seis horas. A veces la gente piensa que un crucero deja poco. No es así. El crucerista promedio en el Caribe consume alrededor de cien dólares por visita, y cuando tienes tres o cuatro cruceros a la semana, eso multiplica el ingreso de docenas de familias. Con Bayport funcionando desde este año, las oportunidades serán inmediatas. Con Arroyo Barril entrando en operación en 2026, la región tendrá un segundo motor que generará empleos más especializados y más estables.

Segundo, la microempresa. Aquí está el gran tesoro. Lo que más me emociona de estos proyectos no es el barco que llega, sino la cadena económica que puede mantenerse todos los días gracias al turismo. Imagínate una familia de Los Cacaos que produce cacao prensado artesanal, otra que hace aceite de coco virgen, otra que sirve pescado fresco en un mirador improvisado frente al mar, otra que trabaja excursiones hacia Los Haitises, otra que tiene un pequeño transporte turístico desde Nagua… Cada vez que un crucero llega, todo esto se puede activar. Y cuando la llegada sea constante —porque tendremos dos puertos funcionando de manera complementaria—, la microempresa puede dejar de vivir “del día que llegó un crucero” para vivir de un flujo continuo de visitantes. Esto, bien manejado, es una revolución para la economía local.

Tercero, la plusvalía. Y aquí te hablo como comunicador y como ciudadano: Cuando una zona pasa de ser costera pero subestimada, a convertirse en un distrito turístico ordenado, el valor de las propiedades se dispara. En los próximos años veremos terrenos, casas, locales y espacios comerciales en el malecón de Samaná, en Arroyo Barril, en La Pascuala, en Las Garitas, en la carretera que conecta hacia Nagua, valorarse de manera importante. No porque sí, sino porque la infraestructura turística —cuando es seria y sostenida— multiplica el valor inmobiliario allí donde se instala. Esto puede ser una oportunidad extraordinaria para muchos, pero también un recordatorio de que nuestras comunidades deben prepararse para no ser desplazadas, sino beneficiadas. La planificación comunitaria debe andar a la par con el desarrollo portuario.

Ahora, todo este proceso no ocurre aislado. Forma parte de la visión de país que tiene la Autoridad Portuaria Dominicana (APORDOM), el Ministerio de Turismo y la Dirección General de Alianzas Público-Privadas, que buscan posicionar a la República Dominicana como un hub de cruceros del Caribe. Ya lo vimos con Puerto Plata: Amber Cove y Taino Bay cambiaron la historia de la ciudad. Ahora el turno le toca a Samaná. Y si Samaná crece, crece Nagua, crece Cabrera, crece Río San Juan, crece todo el litoral noreste. Porque cada visitante que desembarca en la bahía o en Arroyo Barril necesita transporte, comida, artesanía, excursiones, guías, experiencias auténticas… y todo eso lo produce la comunidad.

Por eso, lo que está pasando ahora no es simplemente que vienen cruceros a Samaná. Es algo más profundo. Es un acto de renacimiento económico. Es una oportunidad de oro para preparar a nuestra gente, organizar nuestras microempresas, mejorar nuestros servicios, unir fuerzas entre provincias hermanas y elevar el nivel de lo que ofrecemos como destino. Y es también una advertencia de que debemos hacerlo bien: Que la riqueza no se quede en el muelle, sino que llegue a las manos de nuestra población.

Dos puertos. Dos ritmos. Dos filosofías. Un mismo destino.
Samaná se abre al mundo, y nosotros como región y como comunidad tenemos la responsabilidad y el privilegio de abrirnos con ella.

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Comunicador con 22 años de experiencia. Director de La Revista Chocolate. Especialista en temas sociales, económicos, culturales y políticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ). Reconocido como una de las voces más activas en la promoción del turismo y el desarrollo comunitario de María Trinidad Sánchez y la Costa Norte, donde combina una comunicación rigurosa y comprometida con una narrativa cultural que conecta comunidad, diáspora e identidad dominicana.








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