La ausencia de una estación meteorológica en
Nagua deja a la costa norte sin datos propios frente al cambio climático. En un
territorio donde el mar define la economía, la vida y el futuro, la ciencia
también debe tener puerto.
Por Rafael Enrique Correa
Comunicador y Director de La Revista Chocolate
El mensaje que despertó la pregunta
A las seis y cincuenta de la mañana, mientras el cielo de
Nagua se aclaraba entre nubes de sal y canto de manglar, recibí un mensaje que
me detuvo el café en la mano.
Era del Dr. Edwin Guzmán,
presidente de la Asociación de Agentes y
Empresas Inmobiliarias de la Provincia María Trinidad Sánchez (AIMTS).
Conocido por su visión de desarrollo urbano y ordenamiento territorial, me
escribió algo breve, pero inquietante:
“Rafael, ¿tú sabías que Nagua no tiene estación
meteorológica?
¿No crees que ya deberíamos tener una?”
La pregunta era sencilla, pero cargada de fondo.
¿Cómo puede una ciudad costera —que ha visto crecidas, tormentas y marejadas—
vivir sin saber con precisión lo que ocurre sobre su propio cielo?
Esa duda, nacida de la conciencia de un ciudadano, se convirtió en esta
investigación que busca responder si Nagua necesita —y merece— su propia
estación meteorológica.
Qué es una estación meteorológica
Una estación
meteorológica es un conjunto de sensores que convierte el cielo en
datos.
Mide la lluvia, la temperatura, la humedad, la presión atmosférica y la
velocidad del viento.
Algunas son automáticas, con
paneles solares y transmisión en línea; otras son manuales, operadas por observadores.
Sus registros alimentan los sistemas de la Oficina Nacional de Meteorología (ONAMET) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM),
que utilizan esa información para emitir pronósticos, alertas y estudios sobre
el clima.
En palabras simples: Sin estaciones activas, una ciudad vive a merced del azar
meteorológico.
Dónde estamos
parados
Hoy, Nagua no tiene
una estación meteorológica propia ni operativa.
Las más cercanas se encuentran en:
·
El Catey (Samaná) – Aeropuerto Juan Bosch, a 26 km.
·
Arroyo Barril (Samaná) – estación aeroportuaria usada por ONAMET.
·
Cabrera – estación convencional en la Escuela Arístides Fiallo
Cabral.
·
Río San Juan – estación voluntaria del Hospital Dr. Desiderio Acosta.
·
Puerto Plata (Gregorio Luperón) – estación aeroportuaria regional.
En un radio de 40 kilómetros, Nagua aparece en blanco en el mapa meteorológico nacional.
En materia climática, Nagua es un punto ciego en el radar del país.
Cuando el cielo
avisa tarde
La reciente Tormenta
Tropical Melissa, que dejó más
de 120 milímetros de lluvia en menos de 12 horas sobre el nordeste,
expuso una vieja vulnerabilidad.
En Nagua, varias comunidades se anegaron sin que existiera un registro local de
precipitación o vientos.
Los pronósticos provinieron de Samaná y Puerto Plata, donde las condiciones
eran distintas.
“En esos momentos uno no sabe si el mar está en calma o
bravo”,
comenta un pescador de Matancita,
mientras repara sus redes bajo un almendro.
En el litoral de Matancita, la pesca artesanal es el
corazón económico de decenas de familias.
Pero los hombres del mar —que salen en botes a las cuatro de la madrugada— no cuentan
con un sistema que les advierta si el viento aumentará o si se aproxima una
marejada.
Un solo error de cálculo puede costarles su sustento… o la vida.
Una estación meteorológica con datos locales ayudaría a
establecer alertas precisas para los pescadores,
pronósticos de oleaje y condiciones marinas en tiempo real.
Sería una herramienta de prevención y
dignidad laboral para quienes viven del mar.
Porque en Matancita, el mar no se teme: Se respeta.
Y para respetarlo, primero hay que conocerlo.
Cómo funciona una
estación moderna
Las estaciones
automáticas (AWS) son equipos compactos que trabajan día y noche.
Un pequeño mástil con sensores mide el viento y la lluvia; una caja digital
registra cada cambio de presión y temperatura; y los datos se envían en tiempo
real a plataformas como ONAMET o
WeatherLink.
Modelos como la Davis
Vantage Pro2 cuestan entre US$1,000
y US$2,000, con energía solar incluida.
Hay versiones comunitarias desde US$400,
ideales para universidades o ayuntamientos.
ONAMET puede validar e integrar los datos de esas estaciones a la red nacional,
lo que permitiría que Nagua aparezca por
fin en el mapa meteorológico del país.
Por qué Nagua la
necesita
Nagua vive entre el mar y los ríos.
Su terreno bajo, la cercanía con la costa y el aumento de lluvias por el cambio
climático la convierten en una de las ciudades más expuestas de la República
Dominicana.
Pero no solo se trata de riesgo.
Se trata de desarrollo, turismo y planificación
urbana.
1.
Seguridad y prevención
Una estación meteorológica sería un pilar para la Defensa Civil y el COE, permitiendo avisos más rápidos ante
lluvias intensas o marejadas.
Cada minuto ganado en una alerta puede salvar vidas y propiedades.
2.
Ciudad que crece sin datos
Nagua está creciendo.
Nuevas urbanizaciones, complejos turísticos y obras públicas se levantan sobre
terrenos que alguna vez fueron manglares o zonas inundables.
Sin datos climáticos propios, las decisiones de construcción, drenaje o
alcantarillado se hacen “a ojo”.
Con una estación local, el ayuntamiento y los ingenieros tendrían una base
científica para planificar infraestructura
resiliente frente a lluvias y mareas altas.
El arquitecto y
urbanista Edwin Espaillat, consultado para este reportaje, lo resume
con claridad:
“El desarrollo urbano de Nagua debe ir acompañado de
mediciones constantes. No se puede diseñar una ciudad moderna sin entender el
comportamiento de su clima, su terreno y su mar.”
3.
Pesca y economía costera
La pesca artesanal de Matancita, Boba y La Entrada depende directamente del
clima.
Una estación meteorológica permitiría crear un boletín diario del mar con información sobre vientos,
oleaje y lluvias, mejorando la seguridad y productividad de los pescadores.
Además, los datos podrían integrarse con el Ministerio de Agricultura y proyectos de economía azul, fortaleciendo la
sostenibilidad del sector.
4.
Turismo y ciencia para el futuro
El turismo de la costa norte avanza hacia una nueva etapa.
Nagua, con su malecón en desarrollo, su Laguna
Grí Grí cercana y su conexión con Playa Grande y Cabrera,
tiene todo para integrarse a la ruta del ecoturismo
climático y científico.
Una estación meteorológica sería también un atractivo educativo y ambiental:
los visitantes podrían observar en tiempo real cómo se mide la lluvia, el
viento y el sol en una zona tropical.
Convertir el dato en experiencia es una forma de turismo moderno y con propósito.
Una alianza por un
cielo propio
La instalación de una estación meteorológica en Nagua
podría impulsarse mediante una alianza
local entre:
·
Ayuntamiento de Nagua – espacio físico, energía y mantenimiento.
·
Defensa Civil y Cámara de Comercio – apoyo logístico y difusión pública.
·
UAPA, ITLA y UASD Nagua – capacitación técnica y análisis de datos.
·
ONAMET / INDOMET – validación e integración a la red nacional.
En un país donde las
luces de una tarima duran más que los proyectos, una estación meteorológica
sería el verdadero acto de grandeza.
Nuestros políticos tienen los medios, los presupuestos y el poder para hacerlo
posible, pero rara vez la mirada para ver más allá del aplauso.
Y sin embargo, pocas obras hablarían tanto del amor por su pueblo como levantar
aquí, en esta costa sin ojos, una estación que mire el cielo por nosotros.
Mirar al cielo con
ojos propios
Tener una estación meteorológica significaría que Nagua puede medir su propio destino.
Que cuando el cielo se nuble, haya más ciencia que superstición, más datos que
rumores.
Sería una forma de empoderar a la provincia María Trinidad Sánchez, uniendo
tradición, conocimiento y modernidad.
Una estación en Nagua no solo observaría el clima: Sería el símbolo de una ciudad que decide entenderse a sí misma.
Reflexión final
El cambio climático ya no es una teoría: es un vecino que
toca nuestra puerta cada temporada.
Pero cada herramienta de conocimiento es también un acto de esperanza.
Aquel mensaje matutino del Dr. Edwin Guzmán, presidente de la AIMTS,
no fue casualidad: Fue una alerta del alma, un llamado a mirar hacia arriba con
responsabilidad y fe.
Porque si logramos medir nuestra lluvia, nuestra brisa y
nuestro sol,
estaremos midiendo también el valor que
le damos a nuestra tierra, a nuestro mar… y a nuestra gente.
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Comunicador con 21 años de experiencia. Director de La Revista Chocolate. Especialista en temas sociales, económicos, culturales y políticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ). Reconocido como una de las voces más activas en la promoción del turismo y el desarrollo comunitario de María Trinidad Sánchez y la Costa Norte, donde combina una comunicación rigurosa y comprometida con una narrativa cultural que conecta comunidad, diáspora e identidad dominicana.
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