lunes, 30 de junio de 2025

La Enfermedad de los Likes: ¿Quiénes somos cuando nadie nos mira?

Una mirada investigativa sobre el deseo de visibilidad en redes sociales y su impacto en la vida moderna

Por Rafael E. Correa – Comunicador e Investigador Social

“El dinero no se ve. La gente con dinero no lo muestra, la que está endeudada sí.”
— Frase popularizada por el economista Carlos Muñoz.

Vivimos en una era donde las redes sociales han transformado no solo la forma de comunicarnos, sino también la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. En el espacio digital, todo parece estar diseñado para ser visto, compartido y aplaudido. Pero, ¿cuáles son los efectos psicológicos y sociales de esta constante exposición? ¿Qué nos dice la investigación sobre el uso de las redes cuando no existe un propósito comercial claro?

No escribimos esto como psicólogos ni terapeutas, sino como investigadores sociales comprometidos con comprender nuestro tiempo. Todas las referencias están citadas para que cualquier lector o profesional pueda profundizar en los temas aquí planteados.

1. La imagen sin propósito: ¿influencers sin proyecto?

Uno de los fenómenos más comunes en redes es el de personas que adoptan el estilo de vida de un influencer, aunque no estén promocionando un producto o servicio. Se comparte cada comida, cada paseo, cada detalle de la vida personal como si se tratara de una estrategia de marca, cuando en realidad no hay nada concreto que se esté mercadeando.

La psicóloga Jean M. Twenge, autora del libro iGen, señala que el aumento en el uso de redes sociales ha coincidido con una mayor necesidad de validación externa. Para muchos, la exposición digital se ha convertido en una fuente primaria de autoestima.

 

2. La desconexión entre lo que somos y lo que mostramos

El psicólogo y profesor universitario Jordan B. Peterson ha abordado la problemática de la desconexión entre el "yo real" y el "yo proyectado" en redes. Las personas muchas veces se ven llevadas a mostrar una versión de sí mismas idealizada, que genera una presión emocional constante y, en algunos casos, ansiedad y frustración.

Un estudio de la American Psychological Association (2021) concluye que las personas que sienten presión por mantener una imagen idealizada en redes sociales reportan niveles más altos de insatisfacción personal.

 

3. El silencio también comunica: los que no se muestran

En contraste, existen muchas personas que eligen conscientemente no exponer su vida personal, y eso también es válido. No todos se sienten cómodos compartiendo su intimidad, y su silencio no debe interpretarse como falta de éxito, felicidad o realización.

La doctora Meg Jay, autora de The Defining Decade, sostiene que la madurez emocional se manifiesta también en la capacidad de no necesitar validación pública para sentir valor personal.

 

4. La ilusión del éxito: cuando lo visible engaña

El economista Carlos Muñoz ha mencionado en varias ocasiones que “el dinero no se ve”, refiriéndose a que muchas personas muestran estilos de vida lujosos en redes sociales que no reflejan su realidad económica. Esto genera un efecto espejo en el espectador: personas que llevan una vida estable, trabajadora y digna pueden llegar a sentirse insuficientes al compararse con una imagen digital que muchas veces es solo apariencia.

 

5. El uso estratégico de las redes: cuando hay un proyecto real

Aquí es importante destacar que las redes sociales, bien utilizadas, son una herramienta poderosa. Como emprendedor y comunicador, puedo dar testimonio directo del impacto positivo que tienen al momento de promocionar un producto, una marca o un servicio. En un mundo hiperconectado, tener presencia digital con propósito comercial es casi una necesidad para todo negocio.

Las redes permiten construir comunidad, posicionarse en el mercado, conectar con clientes y educar al público. Cuando se manejan con enfoque y autenticidad, se convierten en una plataforma de crecimiento real.

Lo que invita a la reflexión es el caso de quienes utilizan estas plataformas sin tener un proyecto definido, y centran toda su estrategia en la proyección personal, sin propósito profesional claro. ¿Qué se está construyendo ahí? ¿Qué vacíos emocionales se intentan llenar? Son preguntas abiertas, no acusaciones.

 

6. Conclusión: autenticidad como acto de libertad

En un mundo donde todo se muestra, elegir no mostrarse también es válido. El valor de una persona no depende de su nivel de exposición, sino de su coherencia interna. Las redes sociales son herramientas, no escenarios obligatorios.

Ser auténtico —ya sea exponiéndote con propósito o eligiendo el silencio— es, al final, un acto de libertad. Y esa libertad, bien entendida, es el verdadero poder que tenemos en la era digital.


Referencias consultadas:

  • Twenge, J. (2017). iGen: Why Today’s Super-Connected Kids Are Growing Up Less Happy. Atria Books.
  • APA (2021). Self-Presentation and Well-Being on Social Media. American Psychological Association.
  • Jay, M. (2012). The Defining Decade: Why Your Twenties Matter. Twelve Books.
  • Peterson, J. B. (2018). 12 Rules for Life: An Antidote to Chaos. Random House Canada.
  • Carlos Muñoz (2020). Conferencias y contenido sobre economía digital y percepción pública.


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Rafael Enrique Correa
Comunicador con 21 años de experiencia
Director de La Revista Chocolate
Especialista en temas sociales, económicos, culturales y turísticos del noreste de la República Dominicana. Miembro del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) y de la Asociación Dominicana de Prensa Turística (ADOMPRETUR). Miembro certificado de la International Federation of Journalists (IFJ).

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