Una mirada investigativa sobre el deseo de visibilidad en redes sociales y su impacto en la vida moderna
Vivimos en una
era donde las redes sociales han transformado no solo la forma de comunicarnos,
sino también la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás.
En el espacio digital, todo parece estar diseñado para ser visto, compartido y
aplaudido. Pero, ¿cuáles son los efectos psicológicos y sociales de esta
constante exposición? ¿Qué nos dice la investigación sobre el uso de las redes
cuando no existe un propósito comercial claro?
No escribimos esto como psicólogos ni terapeutas, sino como investigadores sociales comprometidos con comprender nuestro tiempo. Todas las referencias están citadas para que cualquier lector o profesional pueda profundizar en los temas aquí planteados.
1. La imagen sin propósito: ¿influencers sin proyecto?
Uno de los
fenómenos más comunes en redes es el de personas que adoptan el estilo de
vida de un influencer, aunque no estén promocionando un producto o
servicio. Se comparte cada comida, cada paseo, cada detalle de la vida personal
como si se tratara de una estrategia de marca, cuando en realidad no hay nada
concreto que se esté mercadeando.
La psicóloga Jean
M. Twenge, autora del libro iGen, señala que el aumento en el uso de
redes sociales ha coincidido con una mayor necesidad de validación externa.
Para muchos, la exposición digital se ha convertido en una fuente primaria de
autoestima.
2. La desconexión entre lo que somos y lo que mostramos
El psicólogo y
profesor universitario Jordan B. Peterson ha abordado la problemática de
la desconexión entre el "yo real" y el "yo proyectado" en
redes. Las personas muchas veces se ven llevadas a mostrar una versión de sí
mismas idealizada, que genera una presión emocional constante y, en algunos
casos, ansiedad y frustración.
Un estudio de
la American Psychological Association (2021) concluye que las personas
que sienten presión por mantener una imagen idealizada en redes sociales
reportan niveles más altos de insatisfacción personal.
3. El silencio también comunica: los que no se muestran
En contraste,
existen muchas personas que eligen conscientemente no exponer su vida
personal, y eso también es válido. No todos se sienten cómodos compartiendo
su intimidad, y su silencio no debe interpretarse como falta de éxito,
felicidad o realización.
La doctora Meg
Jay, autora de The Defining Decade, sostiene que la madurez
emocional se manifiesta también en la capacidad de no necesitar validación
pública para sentir valor personal.
4. La ilusión del éxito: cuando lo visible engaña
El economista Carlos
Muñoz ha mencionado en varias ocasiones que “el dinero no se ve”,
refiriéndose a que muchas personas muestran estilos de vida lujosos en redes
sociales que no reflejan su realidad económica. Esto genera un efecto espejo en
el espectador: personas que llevan una vida estable, trabajadora y digna pueden
llegar a sentirse insuficientes al compararse con una imagen digital que muchas
veces es solo apariencia.
5. El uso estratégico de las redes: cuando hay un
proyecto real
Aquí es
importante destacar que las redes sociales, bien utilizadas, son una
herramienta poderosa. Como emprendedor y comunicador, puedo dar testimonio
directo del impacto positivo que tienen al momento de promocionar un producto,
una marca o un servicio. En un mundo hiperconectado, tener presencia digital
con propósito comercial es casi una necesidad para todo negocio.
Las redes
permiten construir comunidad, posicionarse en el mercado, conectar con clientes
y educar al público. Cuando se manejan con enfoque y autenticidad, se
convierten en una plataforma de crecimiento real.
Lo que invita a
la reflexión es el caso de quienes utilizan estas plataformas sin tener un
proyecto definido, y centran toda su estrategia en la proyección personal, sin
propósito profesional claro. ¿Qué se está construyendo ahí? ¿Qué vacíos
emocionales se intentan llenar? Son preguntas abiertas, no acusaciones.
6. Conclusión: autenticidad como acto de libertad
En un mundo
donde todo se muestra, elegir no mostrarse también es válido. El valor
de una persona no depende de su nivel de exposición, sino de su coherencia
interna. Las redes sociales son herramientas, no escenarios obligatorios.
Ser auténtico
—ya sea exponiéndote con propósito o eligiendo el silencio— es, al final, un
acto de libertad. Y esa libertad, bien entendida, es el verdadero poder que
tenemos en la era digital.
Referencias consultadas:
- Twenge, J. (2017). iGen: Why Today’s Super-Connected
Kids Are Growing Up Less Happy. Atria Books.
- APA (2021). Self-Presentation and Well-Being on
Social Media. American Psychological Association.
- Jay, M. (2012). The Defining Decade: Why Your Twenties
Matter. Twelve Books.
- Peterson, J. B. (2018). 12 Rules for Life: An
Antidote to Chaos. Random House Canada.
- Carlos
Muñoz (2020). Conferencias y contenido sobre economía digital y percepción
pública.
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